Una épica del lejano continente.
Dirigida por el visionario director australiano, Baz Lurhmann, este largo, largo largometraje retoma la estructura de cintas clásicas como “Gigante” o “Lo que el viento se llevó” para situarse definitivamente como una película épica en todos los aspectos y en breve convertirse también en un clásico del cine.
Con un inicio vertiginoso y ágil, la trama nos sumerge de inmediato en los territorios hostiles del norte de Australia en los años cuarentas, con la segunda guerra mundial como telón de fondo, esquematizando a los protagonistas y dejando clara la premisa de lo que será la mitad del filme: la lucha de los personajes por contrarrestar un corrupto monopolio ganadero y abastecer de carne al ejército. Se desarrollan a la par problemáticas de importancia histórica del mencionado país: las generaciones perdidas, los niños mestizos, producto de la unión entre blancos y aborígenes, son arrancados de sus familias para ponerlos a disposición de la iglesia y posteriormente utilizarlos como servidumbre de la aristocracia inglesa dominante.
Aderezada con un romance entre dos seres aparentemente opuestos que fructifica en medio del desierto. A todo lo anterior se le suma el condimento de bien logradas escenas de acción trepidante, una pizca de realismo mágico, una fotografía estupenda y unos cuantos trazos de comedia, el resultado es un magnifico filme de 165 minutos que se van como agua y que se disfrutan de principio a fin sin excepción.
Cuando la premisa antes descrita se desarrolla y se resuelve pensamos que el filme ha llegado a su fin, pero no, la trama continúa y lo que parecía un “y fueron felices para siempre” no es más que el principio de más conflictos, aventuras y vueltas de tuerca hasta desembocar en el verdadero clímax de la película: el histórico (aunque desconocido por muchos) ataque de las fuerzas armadas japonesas a la ciudad de Darwin. La guerra al fin se hace presente y lo trastoca todo. Este suceso es recreado aquí magistralmente, y constituye el nodo que al resolverse nos desembocara al tan esperado final feliz que quizás pensabas que no tendría lugar.
Australia es un filme de montaña rusa, vertiginoso y apasionante, que desarrolla una amplia diversidad de momentos climáticos en los que el tedio o el aburrimiento no tienen cabida por ningún lado. Su duración puede ser excesiva para muchos y si no estas en una butaca cómoda lo resentirás un poco, pero en líneas generales ni cuenta te darás que has estado más de dos horas y media allí metido.
Sin lugar a dudas la mejor opción en estas fechas en las que la cartelera cinematográfica parece carecer de atractivos. Recomendable y disfrutable en todos los sentidos.
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